Y así pasan las cosas, y así pasa
el tiempo, y así un día, un triste día, nos toca decir adiós, siempre llega el día
en que nos despedimos.
Armo las valijas en mi habitación,
aspirando con largas respiraciones los inconfundibles aromas que rondan por acá, miro mis fotos con mis amigos y los recuerdos
vuelan más allá de mi mente, se escapan como el agua en mis manos, se escapan como
las lágrimas de mis ojos.
Ropa y recuerdos van llenando
mis valijas, se siente como si estuviese enterrando algo, se siente una opresión
tan grande, me siento como si yo mismo me estuviese enterrando. Por más difícil
que sea, se en el fondo que este día iba a llegar, sabía que una día tendría
que decir adiós.
Camino por mi casa, o mejor
dicho por la que está a punto de dejar de serlo, mis pensamientos viajan al
comedor lleno de personas, todas brindando junto al árbol de Navidad,
festejando. Llego a la cocina y veo a mama cocinando de esa manera tan mágica que
siempre tuvo. Veo a papa cortando pasto en el patio trasero mientras escucha su
música, veo su rostro de paz interior, él sabe que este es su lugar. Salgo al
patio delantero y camino hasta la calle, la misma calle que me vio crecer, la
misma calle en la que jugué por interminables tardes con mis amigos, amigos que
uno a uno eligen su camino al igual que yo. Cada uno marca su camino, cada uno
tarde o temprano debe decir adiós.
Bajo mis valijas a la calle y
me despido de las dos personas que estuvieron conmigo por años y años, mama
llora y papa está intentando ser fuerte, que hubiese sido de mi sin ellos?
Estoy y estaré eternamente agradecido por todo. Pero ahora llego este día, este
triste día, cuando nos toca decir adiós, cuando mis alas se abren y tomo vuelo.
Siéntanse orgullosos mama y papa, lo hicieron más que bien. Gracias. El taxi
aparca en la puerta de mi antigua casa, meto mis valijas en el baúl del taxi y
llega nuestro último abraso, nuestro último beso antes de decirlo, antes de
decir adiós.
Miro por la ventanilla la
lluvia caer sobre el vidrio, esto es lo más parecido a una película, solo que
con una gran diferencia, esto es verdad, y esto me está ocurriendo a mí. El
taxi llega a la estación de colectivos y bajo mis valijas lo más lentamente
posible, como si así pudiera retener la mayor cantidad de momentos posibles en
esta ciudad, en mi antigua ciudad.
Una vez que mi equipaje está
dentro del colectivo, solo me queda subir… Lágrimas aparecen y nublan mi vista,
y luego caen libres por mi rostro, caen y las dejo caer, y que importa si
alguien me está observando, los espasmos llegan incontrolables a mí y no los
detengo, giro mi cabeza y veo mi pequeña ciudad por última vez, antes de que mi
vida cambie, voy a volver pero ya no será lo mismo, esto es un antes y un después
esto tarde o temprano iba a pasar, esto aunque me duela en el alma… es un adiós.
Subo al colectivo y tomo mi
asiento mirando por la ventanilla veo como comienzo a alejarme, avanzo por la
ruta hacia mi destino, hacia mi futuro.
Digo solo una palabra.
-Adiós…
Más lágrimas caen y ahora tengo
la decencia de limpiarlas, y a pesar de todo sonrío, porque aunque sea difícil,
aunque duela mucho, esto es un nuevo comienzo, esto es crecer.
El colectivo se aleja y veo mi
ciudad hacerse más y más pequeña hasta desaparecer, me pongo mis auriculares y
dejo que la música me lleve lejos.
Y así crecemos, así abrimos
nuestras alas algún día, así elegimos el camino que queremos recorrer, es
triste y alegre a la vez, es complicado como nunca, es desgarrador y
emocionante, es decir gracias a todos los que formaron parte de estos años por
cada cosa que viviste. Es aprender una última lección antes de partir hacia
nuestro futuro. Esto es aprender a decir adiós…
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