Sabías que todos tenemos uno o
más dones, algunos son muy útiles, otros no sirven de mucho. Pero otros… pueden
cambiar tu vida en un instante… y no siempre en el buen sentido…
Sus ojos observan atentamente
el panorama que se despliega en el lugar, tranquilidad, calor, los pájaros
cantan, una brisa de verano corre suavemente. Pero él sabe que no es así, él
sabe que está siendo observado, él sabe que alguien está al asecho, esperando pacientemente a que David salga del escondite.
Del otro lado de la plaza, Julián
se pone en marcha y arremete contra la guarida de David, el cual se percata de
lo ocurrido y corre hacia un árbol.
Ambos niños de unos diez años
son amigos desde que tenían cinco, y en eso consisten sus tardes en vacaciones.
Jugar en la plaza.
Seguramente en tu infancia has
jugado al ladrón y policía, típico juego de niños en donde se utilizan armas
imaginarias y se hacen ruido de disparos con la boca. David y Julián amaban
este juego, lo jugaban durante horas y horas, disparando y corriendo, apuntando
y escondiéndose.
Una de esas tardes, David le
tocaba ser el ladrón y Julián debía hacer su papel de policía y tratar de
atraparlo, los dos niños corrían por todas partes, haciendo sonidos de
disparos: Bang, bang, bang…
En determinado momento, Julián
atrapa a David, le apunta a la cabeza y le dice:
-Arriba las manos.
David se queda petrificado con
sus manos apuntando hacia arriba. Los segundos pasan, la tensión se siente en
el aire. Pero entonces, para sorpresa de Julián, David saca una pistola
imaginaria de su bolsillo y le apunta a la cabeza con sus dedos índice y
pulgar, simulando la forma de un arma.
-Suelta el arma y levanta las
manos. Dice David teniendo ahora el control de la situación.
Julián sigue el juego y tira su
arma al piso. Pero David no baja su arma, sigue apuntándole a la cabeza.
-Has perdido, le dice David
antes de hacer el típico sonido del disparo
Con un movimiento breve de su
mano dice la palabra…
Bang...
Es en ese instante, en las
cosas dan un giro radical.
Bang… una milésima de segundo después,
la cabeza de Julián es atravesada, produciendo que sus viseras exploten de un
forma atroz, restos de su cráneo vuelan a más de un metro, sangre chorrea por
toda su ropa. El cuerpo de Julián, o mejor dicho, lo que queda de él, cae al
suelo haciendo un ruido sordo.
David llora, los padres de
ambos llegan, y lloran. La policía llega, y busca al culpable, interrogan a
David en busca de respuestas, pero él esta mudo.
El tiempo pasa, y el terrible
hecho es catalogado como una bala perdida. Pero obviamente, David sabe
claramente lo que paso ese día, sabe claramente quien disparo.
Y por siempre recordara, el
sonido del disparo.
Bang…